viernes, 3 de octubre de 2008

ANALISIS SOCIOLINGÜISTICO DEL GUARANI ÑE Ê EN EL PARAGUAY ( 2 )

IMPORTANCIA SOCIOECONÓMICA DEL IDIOMA GUARANI.

El Guarani es la marca antonomásica del Paraguay, desde todos los tiempos. El destino, si existiere, o la historia han querido que sea el idioma social (avañe’ẽ) que aúne y divida a los paraguayos. Para muchos, la voz Guarani, significaría ‘guerrero, luchador’ (de guariní).
El 15 de agosto de 1.536 (a apenas doce años después de la llegada pedestre oficial de un europeo, el español Alejo García; y a ocho de la llegada navegada por el río Paraguay, del centro-europeo Sebastián Cabot o Gaboto según otros), el capitán Juan de Ayolas, lugarteniente del reino y también en su llegada por el mismo cauce de agua, había sido rechazado con un ataque dirigido por dos Mburuvichá (jefes o líderes de comunidad): Lambaré y Ñanduá. Exactamente un año después, Salazar fundaba la capital, Asunción, según los conquistadores, en ‘otro’ ambiente.
El sentimiento de pertenencia del paraguayo como tal, demuestra que en su uso cotidiano, la alegría, la frustración, el orgullo, el revés o cualquier otro, se denotaba en su profundo techaga’u o añoranza, más aún si se encontraba lejos de su hogar y de su patria. Al respecto, nos permitimos transcribir un fragmento del descriptivo poema[i][10]:



“Hi’ãnte chéve aveve
aguejymi nerendápe,
añe’ẽmi ndapysápe
che’angapyhyha peve.

(…) Añenórõ ake haĝua
neñe’ẽ chemyangekói,
hi’ãvaicha cherenói
nendive aimemi haĝua.

(…) Ama’ẽrõ nderehe
remimbi cheresa yképe,
ha amo kuarahy reiképe,
che’ãhomi nderehe.”


“Rohechaga’u” (Te añoro), de Marcelino Pérez Martínez (1.881–1.912).


En esta poesía, el autor es el propio testigo de su destierro, yendo a cantar en la dulce lengua su propia añoranza por la tierra patria, a la que se resigna a ver en cada puesta de sol desde el otro lado. Liberal (opositor al gobierno político de la época), Pérez siente pide a la paloma blanca a que lo traslade sobre sus alas hasta sus lugares más queridos. Política, poesía, idioma Guarani, sentir, destierro, son motivos de esta pieza lírica, cuya traducción libre, de dicho fragmento, se transcribe aquí:


“… Ganas me dan de volar
para posar a tu lado,
al oído hablarte mimado
hasta hartarme de gozar.

(…) Cuando me acuesto a dormir
tu voz (lengua) escucho en el sueño,
cual si llamara a su dueño
para hacerlo revivir.

(…) De la mañana al albor
rutilas ante mis ojos,
de la tarde a los sonrojos
lanzo un suspiro de amor.”


(Traducción de Héctor L. Barrios)[ii][11]

El castellano o español (karai ñe’ẽ: el idioma de los ‘señores’, primero en despección, luego, sinónimo del nombre ‘castellano’ o ‘español’), ha sido como en toda América nativa, el idioma del avasallador, del conquistador, del pueblo dominante, y por tanto, el idioma ‘oficial’ para toda redacción y uso formales en el habla, y en general, el de uso predominante, por razones obvias.
Desde la época pre-independentista del Paraguay, siglos XIV al XVI, precisamente, el Castellano ha sido ponderado, y el Guarani, como sinónimo de su pueblo epónimo, vilipendiado e ignorado, hasta el punto de denostarlo. Los gobernantes políticos de la metrópoli ibérica, enviados y funcionarios del reino español, hubieron exigido el aprendizaje obligatorio del idioma castellano, habla abrumadoramente minoritaria en el total de la población de la entonces Provincia Gigante de las Indias (aún luego de sus sucesivas desmembraciones socio-geográficas). Se considera que ni el 0.3% de la población era hispano-hablante.
Los pregoneros primero, dando nuevas, y los ‘lenguas’ (intérpretes), luego, iban por las calles de Asunción y de otras ciudades, diciendo sus noticias y edictos a voces, ante la atónita e indiferente mirada de los lugareños. Siempre hubo resistencia al castellano, por ser el símbolo de la opresión política y enseña de la intolerancia religiosa, social y de creencias. “Idioma de chapetones”, referiría de él el dictador Francia en ocasión de encargar luego el himno patrio en idioma vernáculo cf. llam. 12.
Por cuestiones de ‘fe’, y luego sobrevinientes factores socioeconómicos, fueron los religiosos quienes fueron más prácticos y se consustanciaron con el pueblo en general, en especial, con los nativos. Y mejor aún, con los nativos Guarani. Fueron, entre los franciscanos, dominicos, mercedarios y jesuitas, los primeros y los últimos sobre todo, los más en obtener mayor provecho del uso del idioma vernáculo para su propio beneficio.[iii][12]
En esos sentimientos de resistencia, es que el Paraguay se independizó en 1.811: el idioma Guarani fue importante. El santo y seña para el ingreso al interior de la casa Martínez Sáenz, las urdimbres, la entonación del primer grito libertario en la medianoche del 14 y 15 de mayo, así como el primer himno, elaborado por Anastasio Rolón, han sido dichos y escritos en Guarani.[iv][13]
El voluntario enclaustramiento geo-sociopolítico del Paraguay independiente (1.811–1.840), primero causado, luego de motu propio, han sido factores que, lingüísticamente, debilitaron al castellano y fortalecieron al idioma Guarani. El Dr. Francia prefería a este y cultivaba aquel.
En 1.842 es abolida la esclavitud y se ‘castellanizan’ nombres y apellidos, hasta entonces en idioma vernáculo, por medio del primer Censo, ya pos-francista. C. A. López, por cuestiones estratégico-comunicativas, prefiere al castellano por ser idioma universal y de influencia geopolítica, buscando propagar la idea libertaria nacional por medio del primer periódico, “El Paraguayo Independiente”. Quedan, como resabios exceptuados de dicho Censo, algunos nombres femeninos: Anaí (nombre de una flor), Aramí (diminutivo cariñoso del día, la luz), Mburukuyá (nombre de la pasionaria), y entre los apellidos: Aricayé, Arasarí, Ñamandú y otros.
En ambas guerras que afrontó el Paraguay, tanto la llamada Guerra Grande (Ñorairõ Guasu) como la del Chaco (Cháko Ñorairõ), el Guarani ha tenido creciente importancia, de ser en la primera contienda apenas un compañero del dolor, el recuerdo y la añoranza, a ser estratégica en la segunda, ya que con ella se hubo ganado varias de las más importantes batallas contra Bolivia.
A fines del siglo XVII y principios del siglo XIX, desde acabada la primera contienda internacional, se han acuñado algunas voces y frases peyorativas: “guarango” (como acepción de gente iletrada o atrasada), era tildado el Guarani-hablante, en contraposición a los hispano-hablantes, supuestamente todo lo contrario, o “guarán”, “indio”, “salvaje” y demás.


[i][10] Pérez Martínez, Marcelino, en Encina Ramos, Pedro y ‘Tatajyva’. “Las cien mejores poesías en Guarani”. 2ª edición. Imprenta Salesiana, Asunción (1.997), pág. 42 y ss.
[ii][11] Traducción de Barrios, Héctor. En Méndez-Faith, Teresa. “Poesía paraguaya de ayer y hoy” (2 tomos): 2ª edición. Intercontinental editora, Asunción (1.998): tomo II, pág. 346.
[iii][12] Al respecto, remítase a Unidad III: “Contribuciones de los jesuitas a la cultura paraguaya”, en: Cardozo, Efraín. “Apuntes de historia cultural del Paraguay”, 2ª edición, Biblioteca de Estudios Paraguayos – UCA. Editorial Litocolor, Asunción (1.9__?). También, en Melià, Bartomeu: “El Guarani conquistado y reducido”, CEPAG. Ver Garay, Blás: “Comunismo de las reducciones jesuíticas” (monografía), Comuneros.
[iv][13] Romero, supra ídem, págs. 18, 19 y ss.

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