domingo, 27 de julio de 2008

HISTORIA DE LA FOTOGRAFIA, QUIZAS MAS FAMOSA DEL MUNDO



El autor de la fotografía que probablemente haya sido reproducida más veces en la historia de la humanidad, Alberto Korda, está ligado a ella de manera indisoluble para bien y para mal. Esta otra historia fue contada muchas veces y el propio Korda la repitió en numerosas entrevistas.

El 4 de marzo de 1960, mientras Ernesto Guevara se dirige hacia el Banco Nacional de Cuba, que justamente presidía, se produce la explosión del "La Coubre", un barco francés con una carga de 70 toneladas de armas belgas. Al oír la terrible detonación, el Che se desvía hacia el muelle del Arsenal. Es un desastre terrible, hay 75 muertos y alrededor de 200 heridos. Colabora en los trabajos de rescate. La duda los invade a todos: ¿accidente o sabotaje? El fotógrafo Gilberto Ante, de Verde Olivo, lo ve mientras salva a los heridos, pero el Che, furioso, le prohíbe tomar fotografías. Le parece impúdico ser objeto de curiosidad en un accidente.
Al día siguiente, se realiza el funeral de las víctimas. A una cuadra del cementerio de Colón, en la calle 23, se levanta una tribuna cubierta con una bandera cubana con el listón de luto. Los ánimos están exaltados. Desde esa tribuna, Fidel pronunciará por primera vez la consigna "Patria o Muerte". El fotógrafo Alberto Korda, del diario Revolución, recorre con la lente de 90 milímetros de su Leica los personajes de la tribuna y al hacerlo una segunda vez se encuentra con el Che que avanza por uno de los costados. El gesto del argentino lo sorprende y dispara dos veces. "Encontrármelo en el encuadre de la máquina fotográfica, con esa expresión, casi me da un sobresalto. Intuitivamente, oprimo el obturador". Alberto Granado le diría a Korda, al poco tiempo, que aquel día el Che tenía una cara que si veía a un yankee se lo comía vivo; pero no es eso lo que se ve en la foto.
En el negativo aparece un hombre no identificado, sobre el lado derecho de la foto, y las hojas de una palmera a la izquierda; hábilmente, Korda suprime los elementos que distraen y se concentra en el rostro, una imagen muy particular, la cara tensa, la ceja izquierda ligeramente levantada, la boina con la estrella, la campera de cuero cerrada hasta el cuello, el viento que le agita el cabello. Korda sabe lo que es una buena foto. Curiosamente, el redactor fotográfico de Revolución no eligió esa foto sino otras y la fotografía del Che no saldrá publicada en los diarios. Años más tarde, el editor italiano Giangiacomo Feltrinelli vio la foto colgada en una pared de la casa de Korda y le pidió una copia. Korda se la regaló. A la muerte del Che, Feltrinelli decide hacer un póster. Decenas de miles de copias y luego millones de ejemplares se difunden por todo el mundo. Es la imagen más conocida del Che, la simbólica, que inundará paredes, tapas de libros, revistas, carteles, remeras. La que enfrentará la foto distribuida por los militares bolivianos del Che muerto sobre la mesa del hospital de Malta en un duelo simbólico y no por ello menos potente.
Pero Alberto Díaz es mucho más que esa foto."Guerrillero Heroico" la había titulado A los treinta años, es un gran fotógrafo de moda que emprendió esa carrera porque quería retratar a su novia Yolanda con una máquina Kodak casi de anticuario. Es brillante, expresivo, potente como Avedon y de golpe se encuentra frente a una revolución y se transforma en reportero fotográfico.
La Foto según Korda.
Alberto Korda tomó la clásica foto del Che con su vieja cámara Leica, provista de un lente de 90 milímetros, un semitelefoto de potencia regular, rayado por el uso en la superficie. Se hallaba a unos siete metros —¿o eran diez?— de distancia del comandante guerrillero y, precisa, sí, que era una tarde opaca, invernal. Eso explica, dice ahora, que la imagen no sea súper nítida, que parezca envuelta en una aureola, que algunos crean verla como una nube en el ambiente: la cabeza solitaria del Che se difumina en una luz pareja y suave.
No hubo ninguna elaboración intelectual en eso. La luz solar, escasa, y el desgaste del lente imprimieron al retrato su atmósfera. ¿Y la composición? "Bueno, ya eso es otra cosa. Es eternamente mía", afirma. "Si yo le hubiera dado un poco más de negro en el hombro a la imagen, la foto se me hubiera caído". Llevé el negativo a la ampliadora, enderecé la figura y le di aire alrededor. Creo que el público exige esos detalles del encuadre. Por eso, al verla, encuentra una belleza y una armonía que no sabe de dónde salió, pero que es responsabilidad del artista, y eso es lo que hace que una foto pueda ser única.

Alberto Korda, dijo, nunca cobró un centavo por dicha fotografía, hasta que en 1999 se le reconoció por primera vez los derechos de autor sobre la foto, luego de que llevara ante los tribunales londinenses a dos agencias publicitarias que la habían utilizado para una campaña comercial de la productora de vodka Smirnoff.

El dinero que se le pagó, lo donó al gobierno cubano para adquirir medicamentos para niños, algo que, según declaró, de haber estado vivo, el propio Che hubiera hecho.

Alberto Díaz Korda había nacido en Cuba el 14 de Septiembre de 1928 y falleció el 25 de mayo de 2001.

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